Cuando tienes un portátil y te vas a levantar y dejar de utilizarlo durante un buen rato (por ejemplo, para irte a comer), es bastante frecuente dejarlo encendido y permitir que entre automáticamente en suspensión en lugar de apagarlo. Apagar versus suspender es un debate que lleva mucho tiempo coleando en el mundo del hardware, pero cuando hablamos de un ordenador portátil, ¿qué es lo más recomendable?
Dejar que el equipo entre en suspensión en lugar de apagarlo tiene sus ventajas, como el hecho de que cuando vuelvas a reanudar el uso del equipo «arrancará» más rápidamente y tendrás tus aplicaciones abiertas y el trabajo que dejaste a medias estará ahí esperándote, por lo que desde luego es mucho más cómodo que apagar y tener que abrir todo de nuevo. Sin embargo, ¿sufre el hardware de un portátil por hacer esta práctica?
Qué ocurre al apagar el portátil
En Windows, una vez que pulsas el botón «Apagar» del menú Inicio, todos los programas abiertos reciben una notificación temporizada del sistema operativo para dejar de leer y escribir archivos antes de que se produzca un apagado forzado (que sería el equivalente a presionar el botón). Cuando los programas han aceptado esta señal, se envían señales de apagado a los dispositivos controladores restantes, cortando la energía poco a poco hasta que todo el hardware queda completamente apagado.
Realizando el apagado de esta forma se evitan potenciales problemas, puesto que un apagado forzoso podría producir que archivos se queden a medio escribir y que se corrompan, entre otras cosas. Luego, cuando quieres volver a encender el portátil, el sistema operativo cargará todo de nuevo, y aunque te obligue a volver a abrir tus programas y documentos, tendrás el sistema operativo «fresco» y sin nada residente en memoria que empeore su funcionamiento y rendimiento.
Dicho de otra manera, al apagar el portátil en lugar de dejarlo en suspensión la ventaja es que el hardware no sufre en absoluto, el consumo es cero (o cercano a cero) y la próxima vez que lo enciendas el equipo estará listo para darte todo su rendimiento.
Qué sucede al dejar el portátil en suspensión
Imagínate que el modo suspensión es como una forma de que tu portátil se eche la siesta. En este modo, el portátil no se apaga del todo, aunque permanecerá inutilizable y solo verás la pantalla negra hasta que pulses alguna tecla para reactivarlo y «despertarlo».
Cuando el portátil entra en modo suspensión, los archivos, el navegador, los juegos, programas y documentos abiertos se almacenarán en la memoria RAM del sistema, que pasará a funcionar en un modo de bajo consumo pero que, como es una memoria volátil, tiene que estar en funcionamiento y consumiendo energía para poder mantener esos archivos y programas en memoria.
La mayoría de componentes del hardware del portátil, como la pantalla o el teclado, se desactivan durante ese tiempo. No obstante, el hecho de que todo quede residente y dependiendo de la memoria RAM, puede dar lugar a problemas porque algo falle en un momento dado, y la probabilidad de que esto suceda aumenta cuanto más tiempo permanezca el equipo en estado de suspensión.
Apagar o dejar en suspensión, ¿qué deberías hacer?
Apagar el portátil tiene varias ventajas, como el hecho de que no se produce estrés ni desgaste en los componentes de hardware, no se consume energía, y la próxima vez que lo enciendas el sistema estará listo para darte todo su rendimiento, sin nada residente en memoria que pueda lastrarlo. La evidente desventaja es, claro, que tienes que volver a abrir tus programas y documentos para poder continuar utilizándolos. Por su parte, el modo de suspensión evita esta desventaja y te encontrarás todo como lo tenías, pero la desventaja es que sí estás causando estrés en los componentes, hay cierto nivel de consumo, y se pueden producir errores y problemas.
Así pues, nuestra recomendación al respecto es que siempre que puedas, apagues el equipo completamente (y esto ya es no solo para portátiles sino para todo tipo de PCs), aunque no pasa nada si te vas a levantar un corto periodo de tiempo por dejarlo en suspensión, especialmente si has dejado algunas cosas a medias y no quieres perder el hilo de lo que estabas haciendo cuando retomes tu labor.
Por lo tanto, ¿es mejor apagar que suspender? Bajo nuestro punto de vista, sí. ¿Es más cómodo suspender que apagar? Evidentemente, sí. A tu elección queda si te merece la pena hacer una cosa u otra, pero lo que sí te recomendamos es que si te vas a separar del equipo más de una hora, es preferible apagar que suspender.